Entregaban hasta bonos a los operadores que más dinero consiguieran.
En el sur de Bogotá, las autoridades desmantelaron un sofisticado call center operado por criminales dedicados a la extorsión y amenazas. El centro, ubicado en un edificio aparentemente inocuo, contaba con tecnología avanzada y un equipo de operadores entrenados para intimidar y obtener dinero de sus víctimas. Este operativo, realizado por la Policía Metropolitana, evidenció la creciente profesionalización de las organizaciones criminales en la capital.
El call center, que operaba las 24 horas del día, empleaba a decenas de personas encargadas de realizar llamadas telefónicas a comerciantes, empresarios y ciudadanos comunes. Según las investigaciones, los operadores eran seleccionados y entrenados minuciosamente para maximizar la eficacia de las extorsiones. A cambio de sus servicios, recibían sueldos competitivos y bonos por el dinero que lograban obtener, incentivando así una competencia interna que aumentaba la presión sobre las víctimas.
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La estructura delictiva estaba organizada de manera jerárquica, con roles bien definidos que incluían supervisores, entrenadores y operadores. Cada llamada era planeada estratégicamente, utilizando información detallada sobre las víctimas para hacer las amenazas más creíbles. Los criminales no solo exigían pagos en efectivo, sino que también aceptaban transferencias electrónicas, lo que complicaba el rastreo del dinero extorsionado.
El éxito del desmantelamiento del call center fue posible gracias a la colaboración entre la Policía Metropolitana y la Fiscalía General de la Nación. Las autoridades lograron infiltrar a un agente encubierto, quien recolectó pruebas cruciales sobre el funcionamiento interno del centro de extorsión. Esta operación culminó con la captura de más de veinte personas, incluyendo a los líderes de la organización, quienes ahora enfrentan cargos por extorsión, amenazas y asociación para delinquir.
Las víctimas de este call center criminal abarcan un amplio espectro de la sociedad bogotana. Entre ellas se encuentran pequeños comerciantes que veían en peligro sus negocios y familias que temían por la seguridad de sus seres queridos. Las autoridades hacen un llamado a la ciudadanía para denunciar cualquier intento de extorsión y no ceder ante las amenazas, recordando que la colaboración con las fuerzas del orden es fundamental para combatir este tipo de delitos.
Este caso resalta la necesidad de fortalecer las medidas de seguridad y vigilancia en Bogotá, así como la importancia de la cooperación entre la comunidad y las autoridades. La desarticulación de este call center de extorsión es un paso significativo en la lucha contra el crimen organizado, pero también subraya los desafíos persistentes en la protección de los ciudadanos frente a la creciente sofisticación de las actividades delictivas.– Infobae–
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