Por qué los copetones están desapareciendo de Bogotá y la sabana?

El cambio climático, aves migratorias y la expansión de la ciudad son una de las principales causas de la disminución de esta especie endémica de la capital.

Todos conocemos al copetón. Un pájaro pequeño, hinchado y de colores pardos. Travieso y amigable. Con su característico canto anuncia la llegada de la madrugada, el primer café del día.

Esta es, tal vez, la especie más querida y reconocida por los bogotanos. Pero, aunque sigue siendo la tercera ave más común en la ciudad, el número de la población ha disminuido en los últimos años y puede presentar un riesgo para la conservación de la especie.

Así lo advierte un estudio realizado por los ornitólogos Gary Stiles, Loreta Rosselli y Susana De La Zerda, en donde reportan una disminución de las abundancias de copetón en Bogotá. La investigación es titulada ‘Changes over 26 Years in the Avifauna of the Bogotá Region, Colombia: Has Climate Change Become Important?’, del año 2017.

Los autores exponen posibles causas del por qué la densidad de copetones va disminuyendo cada vez más. El cambio climático, la presencia de otras aves parásito, la urbanización de la ciudad y la contaminación de los humedales son algunas de las razones por las cuales este tipo de pájaros han tenido que salir de la ciudad y, por lo tanto, su población en la urbe ha disminuido.

Otras especies de aves también están amenazadas por estos cambios drásticos en el paisaje.

Los copetones en Bogotá han estado desde hace siglos. La ciudad es una zona de humedales, bosques y matorrales que permiten las condiciones perfectas de habitabilidad para estos pequeños pájaros. La ubicación en la sabana que colinda con los cerros orientales de los Andes es un punto inmejorable para el hábitat de muchas otras especies de aves endémicas y un punto estratégico para aves migratorias que van de paso hacia el norte o el sur.

Pero el cambio climático y la subida de temperaturas en los últimos años ha generado que la fauna aviar de la ciudad cambie.

Aunque es complicado llevar un número exacto de aves por especie, el estudio analizó los datos del conteo de aves navideño, que suele hacerse todos los años en Bogotá, por el para llevar un registro numérico de aves. En total fueron 235 especies identificadas en los últimos 27 años.

Foto: Chingolo (Zonotrichia capensis)/ Pinterest

De las 235 especies se analizaron 155, dentro de las cuales encontraron que el 20 por ciento de la población disminuyó, en 31 por ciento aumentó y el otro 50 se mantuvo.

Las muestras del conteo fueron tomadas en parques, humedales, bosques, cuerpos de agua y matorrales en el norte de Bogotá y la sabana.

Los resultados indicaron que sin duda hay un cambio en la densidad de aves en Bogotá. Bien es el caso de los copetones, que se encuentra dentro del 20 por ciento de especies que muestran una población con tendencia a la baja.

El estudio insiste en que la interacción más preocupante para el copetón ha sido el aumento del parasitismo de cría por parte del tordo, una especie que actúa como parásito hacia otras aves.

Esta ave, conocida también como mirlo o chamón parásito incuba sus huevos en los nidos de los copetones. Los pájaros, desconcertados, terminan criando los polluelos de la otra especie, que llegan a medir dos veces el tamaño de un copetón.

La expansión urbanística también afectó a los copetones. El estudio indica, por ejemplo, que la transformación de viviendas en el norte de Bogotá afectó el hábitat de la especie, ya que se cambiaron las casas unifamiliares, grandes y con jardines por bloques de apartamentos sin tanta vegetación y menos arbustos, que es donde suelen poner sus nidos.

Jhon Pulido, experto en ornitología, indica que otra de las posibilidades de que cada vez se vean menos copetones es por la contaminación auditiva, “podría haber una relación entre el lugar en el que habitan con la contaminación auditiva, tienden a estar más hacia los bordes de la ciudad y zonas más tranquilas. Normalmente se ve que se distribuyen en localidades como Fontibón, Engativá y Teusaquillo”.

Este cambio de naturaleza a cemento afectó a otras especies urbanas como las mirlas y las torcazas, pero al parecer estas se han adaptado mejor que los copetones.

Según el estudio, otro de los factores que amenazantes es la interacción con otros animales depredadores, como los gatos. Los felinos tienen instinto de cazadores y aquellos que están en el libre albedrío toman como presa a los pequeños pájaros. Sin embargo, esta situación no impacta en gran magnitud como para disminuir la población de las aves.

El impacto del cambio climático

Según datos de meteorología del aeropuerto internacional El Dorado, recolectados por la investigación, en los 27 años de la recolección de datos la temperatura mínima media anual ha aumentado casi 2 grados. Esto trae consecuencias con respecto a la habitabilidad de aves en zonas bogotanas, ya que las altas temperaturas generan un intercambio de aves entre zonas más cálidas y otras más frías.

El playero mayor es una de las aves que se pueden ver en Bogotá por estas fechas.
El playero mayor es una de las aves que se pueden ver en Bogotá como migratoria. Foto: Dennys Plazas Cardona

Por ejemplo, especies de pájaros provenientes de partes con menos altitud en Cundinamarca están migrando a Bogotá. Como es el caso del sinsonte tropical, el tero e incluso el chamón común.

Jhon Pulido, indica en este caso que “el cambio climático sí ha cambiado mucho la cantidad y tipo de especies en la ciudad. Haciendo que haya un aumento de aves de tierras más cálidas, cómo lo es la torcaza que normalmente viene de lugares cálidos del Tolima”.

Igualmente, otras especies de aves como algunos colibríes están migrando a zonas más altas como el subpáramo y páramo para encontrar temperaturas más frías.

Otro ejemplar es el aumento de gallinazos, o chulos, que puede relacionarse con el aumento de la población humana y, por tanto, con el crecimiento de vertederos y botaderos de basura.

Finalmente, advierten que en el futuro se intensificarán estas condiciones en las aves de Bogotá. Por lo que es importante llevar un conteo anual para tener registro de datos que permita un análisis posterior de la situación.  

La respectiva investigación, contó con la colaboración de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional de Colombia, la asociación Bogotá de Ornitología, el grupo Sostenibilidad Ambiental, Facultad de Ciencias Ambientales, Universidad de Ciencias Aplicadas y Ambientales, y American Bird Conservancy, The Plains de Estados Unidos. —- Diego Santiago Salinas/ El Tiempo —

Fotos: Pinterest

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