Este martes 28 de enero aterrizaron en el aeropuerto internacional El Dorado de Bogotá los dos primeros vuelos con colombianos deportados desde Estados Unidos. Los vuelos, provenientes de El Paso (Texas) y San Diego (California), fueron recibidos por una delegación de la Presidencia, el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Fuerza Aérea Colombiana (FAC), Migración Colombia, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), la Alcaldía de Bogotá y la Cruz Roja.
Entre los deportados estaba “Natalia”, una colombiana que narró su angustiante travesía en busca del “sueño americano” tras huir del conflicto armado en la región del Catatumbo, Norte de Santander.
Un camino marcado por el peligro
En diálogo con Caracol Radio, Natalia contó que su viaje hacia Estados Unidos estuvo lleno de peligros y dificultades. Relató que su recorrido comenzó hace 10 meses, cuando cruzó la selva del Darién y luego trabajó en el bosque antes de recibir su cita con la aplicación CBP One. Sin embargo, fue secuestrada en Tijuana, perdiendo la oportunidad de regularizar su situación.
“Mi recorrido lo hice por la selva. Me fui por la selva, estuve en el bosque trabajando. Me llegó mi cita de CBP One, pero tuve un incidente que me secuestraron, la perdí. Entonces decidí irme en el ‘tren de la bestia’ hasta Chihuahua, y desde allí crucé hacia Juárez para entregarme antes de que Donald Trump asumiera nuevamente la presidencia”, contó Natalia.
La mujer explicó que su decisión de emigrar se debió a la situación de violencia en el Catatumbo, donde el conflicto armado ha impactado fuertemente a la población civil. “Yo soy del Catatumbo, allá la violencia siempre ha brillado. Somos desplazados. Tengo dos hijos que dejé con una persona lejos para protegerlos. Su papá fue asesinado cuando yo estaba embarazada y mi vida corría peligro”, narró.
El secuestro en Tijuana
Uno de los momentos más críticos de su travesía fue su secuestro en Tijuana. Natalia fue capturada por presuntos agentes de migración mexicanos, quienes exigieron 3.000 dólares por su liberación.
“Afortunadamente, la persona que tengo en Estados Unidos pagó el rescate, pero allí las condiciones eran inhumanas. Si no tienes para pagar, te obligan a prostituirte. Te quitan el teléfono y llaman a tus contactos exigiendo dinero”, denunció.
Tras una semana y media de cautiverio, logró escapar y subió nuevamente al tren de carga conocido como “la bestia”, junto a otros migrantes que también buscaban cruzar la frontera. “Tomamos tres trenes para llegar a Juárez. Antes de llegar a los retenes de migración, bajábamos y caminábamos por el desierto durante dos horas para evitar ser capturados”, contó.
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Un retorno forzado
Pese a los riesgos que enfrentó, su sueño de llegar a Estados Unidos se vio truncado cuando fue detenida y deportada. En su regreso a Colombia, Natalia solicitó a las autoridades estadounidenses que la dejaran en México, ya que teme por su seguridad en el país. “Les dije que me dejaran en México porque aquí corro peligro”, afirmó.
Por su parte, el presidente Gustavo Petro publicó en su cuenta de X un mensaje sobre la llegada de los colombianos deportados: “Son colombianos, son libres y dignos y están en su patria donde se les quiere. El migrante no es un delincuente, es un ser humano que quiere trabajar y progresar”.
El Gobierno Nacional, a través del Departamento para la Prosperidad Social (DPS), anunció un plan de apoyo financiero denominado ‘Crédito a la Economía Popular Asociativa’, dirigido a los colombianos que retornaron en estos vuelos. Este programa ofrecerá créditos a cinco años de plazo con tasas preferenciales y subsidios iniciales para emprender proyectos económicos de manera grupal o asociativa.
A pesar de los esfuerzos gubernamentales, casos como el de Natalia reflejan la cruda realidad de miles de colombianos que se ven obligados a arriesgarlo todo en busca de un futuro mejor, enfrentando peligros y desafíos en su travesía migratoria. –Caracol Radio–
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