Hace un mes, el núcleo duro del chavismo recibió sondeos alarmantes: el candidato de la oposición, Edmundo González Urrutia, había pasado de ser un desconocido a superar en intención de voto al actual presidente, Nicolás Maduro. Enfrentados a una situación límite, Maduro, su principal operador político Jorge Rodríguez y el organizador del partido Diosdado Cabello se vieron obligados a reaccionar. Los mismos datos cayeron en manos de Gustavo Petro y Lula Da Silva, quienes pensaron que era el momento de sentar las bases de una transición ordenada hacia un cambio de ciclo político y un regreso a la democracia después de 25 años de chavismo. Sin embargo, Maduro y su equipo no han dado señales de tener intención de abandonar el poder, considerando la victoria de Edmundo como un “supuesto negado”, algo imposible según su perspectiva. En las tertulias chavistas se niega la existencia de tal escenario, y los dirigentes evitan pronunciar el nombre del candidato rival.
En el Palacio de Miraflores, la sede del Gobierno, prevalece la desconfianza. Cualquier información externa se considera una amenaza y los sondeos privados, manipulados. Un dirigente del PSUV reveló que un sondeo interno coloca a Edmundo con una ventaja de 14 puntos. A 10 días de las elecciones, esta desventaja sería una carga pesada para cualquier campaña, pero Maduro, Rodríguez y Cabello confían en revertir la situación, suponiendo que se celebren unas elecciones justas. “Nuestra campaña está tocando a la gente, la de Edmundo ya no, tocó techo. Avanzamos y se reduce la brecha”, afirman confiados.
El optimismo chavista se basa en un “estudio antropológico” que revela cómo los venezolanos perciben a los candidatos. Según este documento, la gente ve a Maduro como “el fuerte” y a Edmundo como “el débil”. El presidente ha destacado la edad de su oponente, 74 años, para desacreditarlo, comparándolo desfavorablemente con el presidente de EE.UU., Joe Biden.
Los sectores moderados del chavismo hablan de una victoria democrática o de aceptar la derrota si así lo deciden las urnas. Los sectores duros, en cambio, insisten en continuar la revolución bolivariana a cualquier precio, defendiendo que Maduro lo ha hecho “muy bien”. A pesar de la pérdida del 80% del PIB en siete años, sostienen que Maduro evitó que el país “se fuera por el despeñadero” y que las relaciones con EE.UU. se restablecerán.
No obstante, las encuestas son desfavorables para el chavismo. Según un estudio del Centro de Estudios Políticos y de Gobierno de la Universidad Católica Andrés Bello (CEPyG-UCAB) y la encuestadora Delphos, Edmundo González ganaría hoy con el 59,1% de la intención de voto, frente al 25% de Maduro, quien subió del 19% con el que empezó la campaña. A pesar de que muchos consideran improbable una remontada a estas alturas, el núcleo duro chavista parece convencido de una victoria electoral.
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