Por: Sandra Garcia @ladytron26
Rodeado por una muralla de 800 km de concreto, creada por Israel en evidente acto de apartheid, se encuentra el pueblo digno de Palestina. Hoy además es víctima de un genocidio negado por políticos, medios de comunicación, grupos económicos, sociales y religiosos. A pesar de las imágenes desgarradoras, del uso de armas prohibidas por la Convención de Ginebra y los más de 22.000 muertos (entre ellos miles de niños y mujeres), estos aplauden o justifican los actos barbáricos de Israel como supuesta respuesta defensiva a un ataque terrorista.
El conflicto entre Israel y Palestina no comenzó con el ataque sorpresivo del grupo extremista Hamás. Se trata de un despojo y una opresión que lleva casi 100 años, durante los cuales Palestina ha tratado de recuperar su territorio y libertad.
Según Imperios de Arena -perfil de Instagram especializado en historia árabe-, este conflicto inicia durante la I Guerra Mundial con la declaración de Balfour, escrita en 1917 con el permiso del rey Jorge V de Inglaterra, disponiendo de la tierra palestina para que sirviera como “hogar nacional para el pueblo judío”, ignorando así la reclamación de los pueblos árabes que habitaron en esas tierras durante siglos. La declaración prometía proteger los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías, ya que Palestina estaba ocupada en un 90% por árabes musulmanes y cristianos, promesa que nunca se cumplió, pues solo hemos presenciado discriminación y exterminio.
En el siglo XIX en plena época nacionalista, surgió un movimiento entre los judíos europeos: el sionismo, propuesta ideológica de Theodor Herzl mediante la cual pretenden instaurar la “patria bíblica”, o sea la nación judía que supuestamente Dios prometió a Moisés y que comprendía el territorio de Palestina y Egipto. Theodor pidió a las potencias europeas “una muralla frente a Asia, un puesto de avanzada de la civilización contra la barbarie”.
Después de la II Guerra Mundial, con la migración de miles de judíos en 1948, es fundando el Estado de Israel, inicia un enfrentamiento directo con los pueblos palestino y árabe. El sionismo como movimiento político-religioso fue creciendo e internacionalizándose, al igual que sus políticas de discriminación y segregación. Para el año 2002 Israel ya ocupaba gran parte del territorio palestino y empezaría la construcción de esa gran muralla que se convertiría en cárcel para el pueblo de Gaza dentro de su propio territorio, pues les limita sus posibilidades de desplazamiento, los encierra.
Israel fue denunciado por Sudáfrica el 10 de enero del presente año ante la Corte Penal Internacional (CPI), no es la primera vez que esto ocurre, ni es la primera vez que la comunidad internacional calla frente a estos hechos. Amnistía Internacional denunció en 2022 el apartheid creado por Israel contra la población palestina, un método de discriminación que constituye una violación grave de derechos humanos.
En este artículo de Amnistía se denuncia la privación de derechos básicos hacia el pueblo de Palestina: discriminación socio económica, vigilancia extrema del ejército israelí, subdesarrollo económico y pobreza, falta de acceso al saneamiento, infraestructura y transporte público. Discriminación en el acceso a recursos naturales como el agua, tierras de cultivo, gas y petróleo, así como servicios de salud y educación entre otros.
La expulsión de palestinos incrementó desde 1980, en mayo de 2022 se desalojaron 1300 campesinos considerada la mayor expulsión desde 1967. En 2017 había 6.500 palestinos presos, incluyendo niños y niñas, tratados como terroristas. En 2014 aparecieron denuncias donde se acusaba a Israel de usar y probar armas, incluso químicas como el fósforo blanco y obuses DIME deliberadamente contra el pueblo palestino, armas que fueron utilizadas recientemente, al igual que drones contra la población civil. Asesinatos a periodistas, como ocurrió en noviembre de 2022 con la reportera palestina- estadunidense Al Jazeera Shireen, o el injustificado desalojo de una mezquita el 5 de abril del 2023 por parte de la policía de Israel hacen parte de los cientos de denuncias, sin contar las más recientes.
Silencio y distorsión ante las violaciones de derechos humanos por parte de Israel.
Nos quieren imponer una narrativa que no concuerda con la realidad, estamos presenciando estupefactos el exterminio del pueblo palestino, avalado por la comunidad internacional, grupos empresariales, políticos de primer mundo y medios de comunicación que no quieren perder sus acuerdos comerciales, militares o políticos con la gran potencia occidental del Medio Oriente, Israel, así eso signifique el sufrimiento de millones y miles de vidas perdidas. Un Estados Unidos protector, una Alemania atada a un peso histórico, una Canadá que piensa que los Derechos Humanos son exclusivos para el primer mundo, muestran claros ejemplos de vergonzosa complicidad con el genocidio.
Tergiversan las palabras, llaman “guerra” a un genocidio y antisemita a quien los critique. Sus discursos deshumanizantes y supremacistas se exhiben públicamente sin consecuencias, alimentando pensamientos políticos fascistas y arabofóbicos. Las redes sociales -por su parte- censuran y manipulan las cuentas pro-Palestina para no incomodar a grandes inversores.
En este artículo de Amnistía se denuncia la privación de derechos básicos hacia el pueblo de Palestina: discriminación socio económica, vigilancia extrema del ejército israelí, subdesarrollo económico y pobreza, falta de acceso al saneamiento, infraestructura y transporte público. Discriminación en el acceso a recursos naturales como el agua, tierras de cultivo, gas y petróleo, así como servicios de salud y educación entre otros.
La expulsión de palestinos incrementó desde 1980, en mayo de 2022 se desalojaron 1300 campesinos considerada la mayor expulsión desde 1967. En 2017 había 6.500 palestinos presos, incluyendo niños y niñas, tratados como terroristas. En 2014 aparecieron denuncias donde se acusaba a Israel de usar y probar armas, incluso químicas como el fósforo blanco y obuses DIME deliberadamente contra el pueblo palestino, armas que fueron utilizadas recientemente, al igual que drones contra la población civil. Asesinatos a periodistas, como ocurrió en noviembre de 2022 con la reportera palestina- estadunidense Al Jazeera Shireen, o el injustificado desalojo de una mezquita el 5 de abril del 2023 por parte de la policía de Israel hacen parte de los cientos de denuncias, sin contar las más recientes.
Silencio y distorsión ante las violaciones de derechos humanos por parte de Israel.
Nos quieren imponer una narrativa que no concuerda con la realidad, estamos presenciando estupefactos el exterminio del pueblo palestino, avalado por la comunidad internacional, grupos empresariales, políticos de primer mundo y medios de comunicación que no quieren perder sus acuerdos comerciales, militares o políticos con la gran potencia occidental del Medio Oriente, Israel, así eso signifique el sufrimiento de millones y miles de vidas perdidas. Un Estados Unidos protector, una Alemania atada a un peso histórico, una Canadá que piensa que los Derechos Humanos son exclusivos para el primer mundo, muestran claros ejemplos de vergonzosa complicidad con el genocidio.
Tergiversan las palabras, llaman “guerra” a un genocidio y antisemita a quien los critique. Sus discursos deshumanizantes y supremacistas se exhiben públicamente sin consecuencias, alimentando pensamientos políticos fascistas y arabofóbicos. Las redes sociales -por su parte- censuran y manipulan las cuentas pro-Palestina para no incomodar a grandes inversores. — Elunicornio.co —
Foto: Colectivos de Abogados
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