En una operación militar llevada a cabo en el municipio de Rovira, Tolima, el Ejército Nacional colombiano abatió a Fabián Guillermo Espinosa Arboleda, alias Cancharino, uno de los cabecillas más buscados de las disidencias de las FARC. Este sujeto, señalado como responsable de extorsiones, secuestros y homicidios en los departamentos de Meta, Caquetá y Tolima, era el jefe de finanzas del Bloque Jorge Suárez Briceño, perteneciente al Estado Mayor Central (EMC) de las FARC13.
Un líder criminal con amplio historial delictivo
Alias Cancharino, de 23 años, era conocido por su participación en actividades criminales como el reclutamiento de menores, extorsiones a comerciantes y ganaderos, y la organización de secuestros a miembros de la fuerza pública. Según informes de inteligencia, este cabecilla habría sido el responsable de ordenar el secuestro de 100 soldados en San José del Guaviare, donde obligó a la comunidad local a retener a los uniformados bajo amenazas25.
Además, Cancharino estaba vinculado a múltiples delitos, incluyendo el tráfico de armas, la fabricación de artefactos explosivos y el reclutamiento forzado de menores. En 2019, fue señalado como responsable de la muerte de una niña de 12 años reclutada por su grupo, quien falleció durante una operación militar en San Vicente del Caguán69.
Operación militar y resultados
La operación que culminó con la muerte de Cancharino fue ejecutada por tropas de la Sexta Brigada del Ejército en Rovira, Tolima. Durante el procedimiento, también se dio de baja a otro presunto integrante de la organización, se capturó a cinco personas y se incautó material de guerra y municiones13.
El Ministerio de Defensa había ofrecido una recompensa de hasta $300 millones de pesos por información que llevara a la captura de Cancharino, quien era considerado uno de los delincuentes más peligrosos del país13.
Impacto en la región
La muerte de Cancharino representa un golpe significativo a las estructuras criminales que operan en el sur del país, especialmente en los departamentos de Meta, Caquetá y Tolima, donde este cabecilla mantenía un fuerte control sobre actividades ilícitas como la extorsión y el secuestro. Sin embargo, las autoridades advierten que su eliminación no significa el fin de las disidencias, por lo que se mantendrán las operaciones para desarticular por completo estas organizaciones37.
Este hecho reafirma el compromiso del Estado colombiano en la lucha contra el crimen organizado y la protección de las comunidades afectadas por la violencia en estas regiones.–Caracol Radio.—
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