Una bolsa de patatas fritas pone en riesgo un delicado ecosistema en las Cavernas de Carlsbad



Nuevo México, 9 de abril de 2025 – Un simple descuido, una bolsa de patatas fritas caída accidentalmente, desencadenó una alteración significativa en el frágil ecosistema de una cueva del Parque Nacional de las Cavernas de Carlsbad, en Nuevo México, Estados Unidos. Este incidente, reportado por las autoridades del parque el 6 de septiembre de 2024, pone de manifiesto la importancia de seguir el principio de “no dejar huella” al visitar entornos naturales.

La cueva afectada, conocida como Big Room (Gran Sala), es una de las cavidades más grandes del mundo, con 1,200 metros de largo y 190 metros de ancho. Su ecosistema, casi completamente aislado del exterior, depende de un equilibrio delicado donde los organismos han evolucionado para sobrevivir con nutrientes mínimos. Sin embargo, la introducción de una bolsa de Cheetos, un aperitivo a base de maíz procesado, rompió este equilibrio en cuestión de horas.

Según Ashley Parsons, guía del parque, la alta humedad de la cueva (entre 90% y 100%) hizo que los restos de las patatas fritas se empaparan rápidamente, creando un ambiente ideal para la proliferación de microbios y moho. Esto atrajo a grillos, arañas, ácaros y moscas de la cueva, que dispersaron los nutrientes y la contaminación por las formaciones rocosas circundantes. “Los guardas encontraron el paquete en cuatro o cinco horas, pero eso puede ser todo lo que se necesita”, explicó Parsons.

El impacto de este incidente no se limita a la comida en sí. Los envases, como las bolsas de plástico, pueden tardar siglos o incluso milenios en descomponerse, según Carlos Duarte, profesor de Ciencias Marinas de la Universidad Rey Abdullah de Ciencia y Tecnología de Arabia Saudí. Además, los restos de comida introducen dietas antinaturales en la fauna, alterando su comportamiento y, en algunos casos, causando consecuencias catastróficas.

Los guardas del parque dedicaron veinte minutos a limpiar meticulosamente los restos y el moho de las superficies de la cueva, pero el daño ya estaba hecho. “A escala humana, una bolsa de snacks derramada puede parecer trivial, pero para la vida de la cueva puede cambiar el mundo”, afirmaron en una publicación en Facebook. Este incidente resalta la vulnerabilidad de entornos sensibles, donde incluso acciones pequeñas pueden tener efectos profundos.

Clara-Jane Blye, profesora adjunta de turismo sostenible en la Universidad de Utah, enfatizó que los residuos, incluidos los biológicos como heces humanas o de perros, también representan una amenaza. Las heces pueden introducir patógenos como E. coli en fuentes de agua, afectando tanto a la fauna como a los visitantes. Blye recomienda usar “bolsas de heces” para llevarse los desechos y respetar los senderos diseñados para proteger áreas sensibles. Salirse de estos caminos, incluso para tomar una foto, puede ahuyentar a la fauna y dañar ecosistemas microscópicos como la corteza desértica, que tarda siglos en recuperarse.

El incidente de la bolsa de Cheetos no es un caso aislado. Otros impactos, como el abandono de conchas marinas o el uso de protectores solares tóxicos en entornos marinos, también afectan la biodiversidad. Los expertos coinciden en que disfrutar de la naturaleza es beneficioso para la salud mental y física, pero debe ir acompañado de un compromiso con la preservación del medio ambiente.

Las autoridades del parque y los científicos instan a los visitantes a seguir las normas de los espacios protegidos: no dejar residuos, permanecer en los senderos y evitar llevarse “recuerdos” naturales. “Grande o pequeña, todos dejamos una huella dondequiera que vayamos. Dejemos que el mundo sea un lugar mejor del que encontramos”, concluyeron los guardas del Parque Nacional de las Cavernas de Carlsbad.—National Geographic América Latina—

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