El reciente proyecto de ley que busca modificar el Código Nacional de Tránsito en Colombia, obligando a los conductores que obtienen su licencia por primera vez a portar un letrero con la letra “A” de aprendiz durante el primer año, ha generado un debate necesario sobre la seguridad vial en el país. La iniciativa, que ya superó el segundo debate en el Senado y espera su aprobación final, pretende aumentar la visibilidad de los conductores novatos en las carreteras, una práctica que países como Australia han implementado con éxito. Sin embargo, aunque la intención es loable, cabe preguntarse si esta medida será suficiente para abordar los problemas estructurales que afectan la seguridad en nuestras vías.
Por un lado, identificar a los conductores novatos puede ser un avance positivo. La letra “A” alertaría a otros conductores sobre la inexperiencia de quien está al volante, fomentando una mayor precaución en la vía. En un país donde los accidentes de tránsito son una constante —Bogotá, por ejemplo, registra a diario multas y siniestros viales—, esta señalización podría contribuir a reducir riesgos, especialmente en situaciones donde la falta de pericia es un factor determinante. Además, la sanción económica de 189.800 pesos por no portar el letrero busca garantizar el cumplimiento, incentivando a los nuevos conductores a acatar la norma.
Sin embargo, esta medida no puede verse como una solución integral. La seguridad vial en Colombia no depende únicamente de identificar a los conductores novatos, sino de abordar problemas más profundos, como la calidad de la formación en los Centros de Enseñanza Automovilística. Aunque estos centros están certificados por el Ministerio de Transporte, la realidad es que en muchos casos la preparación no garantiza conductores competentes. La falta de énfasis en la educación vial, el respeto por las normas y la conducción defensiva sigue siendo una deuda pendiente. ¿De qué sirve un letrero si el conductor no ha sido capacitado adecuadamente para enfrentar los retos de la carretera?
Además, el proyecto no aborda otras causas críticas de los accidentes, como el mal estado de las vías, la imprudencia de conductores experimentados o la falta de controles efectivos por parte de las autoridades. La multa propuesta, aunque razonable, podría percibirse como una carga adicional para los nuevos conductores, especialmente en un contexto económico donde cada peso cuenta. ¿No sería más efectivo invertir en campañas educativas masivas o en mejorar la infraestructura vial?
En conclusión, la propuesta de la letra “A” es un paso en la dirección correcta, pero no debe ser un parche aislado. Para que esta medida tenga un impacto real, debe ir acompañada de una reforma integral en la formación de conductores, mayor fiscalización en las carreteras y un compromiso colectivo por una cultura de respeto en las vías. Solo así, la “A” de aprendiz podría convertirse en la “A” de avance hacia una Colombia con menos accidentes y más seguridad para todos. —Red + —
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