En el escenario de crimen y justicia en Colombia, la narrativa macabra de la subteniente Anlly Lorena Pérez aún retumba, dejando un rastro de preguntas sin respuesta. Una patrullera de la Policía, hallada agonizante tras un disparo en la cabeza, cuyo caso, teñido de incertidumbre y contradicciones, oscila entre las teorías de suicidio y feminicidio.
La investigación publicada por Semana sobre la muerte de Pérez comenzó con un entramado complicado. En su inicio, se debatió entre una serie de categorizaciones legales: desde feminicidio, a homicidio y luego suicidio, lo que demuestra una falta de dirección clara.
Pese a la recopilación de evidencias sugiriendo un posible asesinato, estas parecen haber sido ignoradas. Asombrosamente, el caso está cerca de concluir con un sinfín de interrogantes aún pendientes.
A la par de este turbio proceso, la figura de su expareja, el subintendente Jair Orozco, resalta como principal sospechoso, mientras intenta acceder a la pensión de sobrevivencia.
En una historia llena de misterio, se despliegan los acontecimientos de aquella fatídica tarde de mayo de 2020, cuando Pérez y Orozco residían en el barrio Santa Catalina de Sincelejo.
En torno a las 5:30 p.m., los patrulleros Juan Arrieta y Julio Lalinde recibieron una urgente llamada para acudir a la residencia. Al llegar, descubrieron a un desconsolado Orozco. Pero el escenario se tornó aún más escalofriante al encontrar a Pérez en una habitación, tendida entre la cama y la pared, en medio de un charco de sangre, con una pistola SIG Sauer y un martillo cerca.
Un testimonio vital fue el de Orozco, quien afirmó que Pérez se había suicidado. Aunque aún con signos vitales, Pérez fue llevada al Hospital Universitario de Sincelejo, donde finalmente falleció.
A pesar de la impactante escena y las sospechas sobre Orozco, los patrulleros admitieron en un informe que no supieron si proceder a su arresto, resaltando un primer y gran error en la gestión del caso. —- Agenciapi.co
Foto: Colombian
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