El expresidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, fue arrestado este miércoles tras ser acusado de insurrección, según informó la agencia anticorrupción del país. La detención ocurrió a las 10:33 a.m. hora local en su residencia oficial en Seúl, en una operación que involucró a cientos de agentes policiales e investigadores.
La captura de Yoon se produce semanas después de que declarara la ley marcial el pasado 3 de diciembre, lo que desató una grave crisis política en el país. Este intento de consolidar el poder en medio de tensiones con la oposición fue considerado como un abuso de autoridad por parte de las autoridades judiciales.
En un primer intento de arresto realizado el 3 de enero, los agentes se enfrentaron a la resistencia del equipo de seguridad del expresidente y a disturbios provocados por sus seguidores. En esta ocasión, sin embargo, no se registraron enfrentamientos significativos.
Detalles de la operación
El convoy que transportaba al expresidente salió de la residencia presidencial en Hannam-dong, tras la negativa de Yoon a presentarse voluntariamente ante los investigadores. Según la agencia Yonhap, más de mil agentes participaron en la operación, destacándose por su coordinación y efectividad.
Yoon, quien estuvo refugiado durante semanas, ha defendido su decisión de declarar la ley marcial como una medida legítima contra lo que calificó como una oposición “antiestatal” que bloqueaba su agenda política. Sin embargo, la controversia generada por sus acciones culminó en su destitución y en las actuales acusaciones de insurrección y abuso de poder.

Un país dividido
La detención de Yoon ha polarizado aún más a Corea del Sur. Mientras sus seguidores consideran que el proceso judicial es un acto de persecución política, la oposición y los organismos anticorrupción defienden la medida como necesaria para restaurar la democracia.
El expresidente enfrenta ahora un complejo panorama judicial que podría marcar un precedente en la historia política del país asiático. –Semana–
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