Colombia frente al espejo del QS 2026: un llamado a repensar la educación superior

El reciente ranking QS World University Rankings 2026, publicado por la firma británica QS Quacquarelli Symonds, ha arrojado un balde de agua fría sobre el sistema de educación superior colombiano. Con una caída neta del 38 %, el país enfrenta un panorama desafiante: siete de sus trece universidades clasificadas descendieron en el listado, solo dos ascendieron y cuatro se mantuvieron estables. Este resultado, lejos de ser un simple tropiezo, invita a una reflexión profunda sobre el rumbo de nuestras instituciones y el papel de la educación en el desarrollo nacional.

La Universidad de los Andes, tradicionalmente el estandarte colombiano en este ranking, perdió terreno al caer del puesto 179 al 212, saliendo del codiciado top 200 global tras dos años de presencia. Aunque sigue liderando a nivel nacional en cinco indicadores, como Reputación Académica y Resultados de Empleo —donde alcanzó un impresionante puesto 35 mundial—, su descenso es un síntoma de los retos estructurales que enfrenta el país. Por su parte, la Pontificia Universidad Javeriana y la Universidad de Antioquia fueron las únicas en escalar posiciones, destacándose en sostenibilidad y reputación académica, lo que demuestra que el progreso es posible, pero no generalizado.

El diagnóstico de QS es claro: Colombia, al igual que gran parte de América Latina, adolece de una producción de investigación de alto impacto y una limitada capacidad para atraer talento global. Estos no son problemas menores. La investigación es el motor de la innovación, y sin ella, nuestras universidades corren el riesgo de convertirse en meros centros de enseñanza, alejados de la vanguardia del conocimiento. La falta de estudiantes internacionales, por otro lado, limita la diversidad cultural y académica, un factor clave en un mundo globalizado.

Sin embargo, no todo es desolador. Colombia sigue siendo un referente en América Latina, con el tercer mayor número de universidades clasificadas y empatando con Chile en el segundo lugar por instituciones en el top 500 regional, solo por detrás de Brasil. Esto refleja un sistema sólido, pero con grietas que requieren atención urgente. Como señala Ben Sowter, vicepresidente senior de QS, el país tiene el potencial de revertir esta tendencia mediante una financiación estratégica, incentivos para la movilidad internacional y alianzas de investigación. Estas medidas no solo son viables, sino necesarias.

El comentario de un lector en El Espectador, identificado como Javier Ramos, pone el dedo en la llaga: la precarización docente y la falta de apoyo a la investigación son obstáculos de peso. Cuando las universidades operan como empresas que priorizan la rentabilidad sobre la calidad, el resultado es un sistema que excluye a los más talentosos y limita su impacto. La educación no puede ser un negocio; debe ser una inversión en el futuro.

El ranking QS 2026 es un espejo que nos muestra fortalezas y debilidades. Colombia tiene el talento y la capacidad para brillar, pero necesita políticas públicas que prioricen la investigación, la internacionalización y el bienestar de sus docentes. Solo así podremos transformar este revés en una oportunidad para consolidarnos como un referente global en educación superior. El momento de actuar es ahora.—con información de El Espectador —

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