El gobierno argentino, liderado por el presidente Javier Milei, ha reafirmado su decisión de retirarse de la Organización Mundial de la Salud (OMS), consolidando su postura en favor de una mayor soberanía sanitaria. Esta determinación, anunciada inicialmente en febrero, se formalizó en el marco de la visita oficial del secretario de Salud de Estados Unidos, Robert F. Kennedy Jr., a Buenos Aires, donde ambos países acordaron fortalecer la cooperación en materia de salud.
Durante el encuentro entre Kennedy y el ministro de Salud argentino, Mario Lugones, se definió una agenda conjunta centrada en la transparencia, la prevención y la eficiencia en el sistema sanitario. El gobierno de Milei justificó la salida de la OMS argumentando que las políticas del organismo, especialmente durante la pandemia de COVID-19, carecieron de sustento científico y estuvieron influenciadas por intereses políticos. En un comunicado oficial, se señaló que “las recetas de la OMS no funcionan, porque no están basadas en ciencia, sino en estructuras burocráticas que se resisten a revisar sus propios errores”.
Argentina también anunció una “revisión estructural” de sus organismos nacionales de salud para modernizar y transparentar procesos, eliminando normativas obsoletas y superposiciones administrativas. Entre las prioridades de esta reestructuración se encuentra la supervisión rigurosa de la fabricación y aprobación de vacunas, así como la restricción de aditivos sintéticos en alimentos y la revisión de autorizaciones rápidas para medicamentos de alto costo.
La decisión, que sigue los pasos de Estados Unidos tras el anuncio de Donald Trump de abandonar la OMS en enero, ha generado controversia. Expertos en salud pública advierten que la salida podría limitar el acceso de Argentina a vacunas, insumos y programas de cooperación internacional, además de aislar al país en la gestión de crisis sanitarias globales. Sin embargo, el gobierno asegura que la desvinculación no afectará los servicios de salud ni el acceso a recursos, ya que Argentina no depende financieramente de la OMS y mantendrá su participación en la Organización Panamericana de la Salud.
La medida ha desatado un debate en el arco político argentino. Mientras el oficialismo defiende la soberanía sanitaria, sectores de la oposición, como el diputado Maximiliano Ferraro, critican que la salida de la OMS podría aislar al país y comprometer su capacidad para enfrentar desafíos sanitarios globales. Por su parte, el ministro Lugones destacó la importancia de alinear las políticas sanitarias con Estados Unidos, subrayando una “visión compartida” para priorizar la evidencia científica y la autonomía nacional.
La formalización del retiro aún debe ser evaluada por la Asamblea Mundial de la Salud, lo que podría postergar su implementación hasta 2026, según expertos, debido a la falta de un mecanismo claro para la salida de un Estado miembro en el tratado constitutivo de la OMS. Mientras tanto, Argentina se posiciona como el segundo país, tras Estados Unidos, en dar este paso sin precedentes, marcando un giro significativo en su política sanitaria internacional.—Fuente: Caracol Radio—
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