A 40 años de la toma del M-19 en Yumbo: La historia desconocida que dejó decenas de muertos

Hoy se cumplen 40 años de un hecho que, a pesar de su impacto, ha ido desvaneciéndose en la memoria colectiva: la toma del M-19 en Yumbo, Valle. Este episodio, que dejó una huella imborrable en la historia del municipio, ha sido parcialmente olvidado por el tiempo y por quienes protagonizaron esa noche trágica. Tres testimonios nos llevan de regreso al 11 de agosto de 1984, cuando unos 200 guerrilleros irrumpieron en el casco urbano, a solo 15 minutos de Cali, desatando una violencia que dejó decenas de muertos.

Un año antes de la célebre toma del Palacio de Justicia, el M-19 llevó a cabo esta operación en Yumbo bajo el liderazgo de figuras clave como Carlos Pizarro, quien más tarde sería candidato presidencial; Rosemberg Pabón, conocido por su participación en la toma de la Embajada de República Dominicana en 1980; y Javier Delgado, comandante del grupo Ricardo Franco, responsable de la Masacre de Tacueyó. Aunque la cifra exacta de insurgentes varía según las fuentes, la Tercera Brigada informó oficialmente de 37 fallecidos en aquel sangriento enfrentamiento.

Esta es alguna de las fotografías de aquella toma guerrillera a Yumbo, ocurrida un día como hoy hace 40 años y que dejó 37 víctimas. | Foto: El País

El ataque tuvo lugar en vísperas de la firma de un cese al fuego entre el gobierno de Belisario Betancur y el Estado Mayor del M-19, prevista para la semana siguiente en Corinto, Cauca. Sin embargo, el asesinato del exguerrillero y amnistiado Carlos Toledo Plata un día antes, truncó cualquier esperanza de paz, posponiendo el acuerdo por seis años más. Este asesinato a sangre fría, perpetrado mientras Toledo conducía en Bucaramanga, fue el golpe final a un proceso de paz ya frágil.

Esta es otra fotografía de aquella noche que fue tomada por este medio de comunicación, hace 40 años. | Foto: El País

La toma de Yumbo comenzó con una señal en el cielo: bengalas que anunciaron el inicio de la operación a las 6:30 de la tarde. Los insurgentes interrumpieron la misa en la parroquia Señor del Buen Consuelo, bajo la mirada atónita del sacerdote Hernán Betancur, quien recuerda con claridad el caos que siguió a su predicación. Los guerrilleros se desplegaron rápidamente, tomando el control del parque, la iglesia y la torre de la parroquia.

El ataque se extendió por las entradas norte y sur de Yumbo, bloqueadas por retenes guerrilleros. Hernán Romero, un ingeniero ecuatoriano, murió en medio de la balacera cuando su Renault 4 quedó atrapado entre el fuego cruzado. Daniel Manrique* (nombre cambiado por petición de la fuente), un exintegrante del M-19, recuerda cómo el plan fue meticulosamente ejecutado, aunque no sin contratiempos, ya que algunos guerrilleros llegaron tarde y otros, inexpertos en combate, enfrentaron la realidad del conflicto de manera brutal.

Así tituló este medio de comunicación la toma del M-19 a Yumbo, hace 40 años. | Foto: El País

Además de la toma de la iglesia, la estación de policía fue atacada, la alcaldía incendiada y varios presos liberados de la cárcel municipal. Uno de los episodios más dramáticos fue la muerte del guerrillero uruguayo Antonio Cossimo Vulcano, quien sucumbió a sus heridas en una casa vecina al cuartel. La represión que siguió en los días posteriores fue implacable, con decenas de jóvenes capturados y asesinados en lo que parecía ser una cacería indiscriminada por parte de las fuerzas militares.

La violencia desatada esa noche dejó una profunda cicatriz en Yumbo, una comunidad marcada por el estigma de ser considerada un bastión guerrillero. Muchos residentes se vieron obligados a cambiar su lugar de residencia o, al menos, a expedir sus documentos de identidad en Cali para evitar ser asociados con la insurgencia. Cuarenta años después, la pregunta sigue siendo la misma: ¿cómo ocurrió que tantos jóvenes, aparentemente ajenos a la magnitud de la operación, terminaron involucrados y, en muchos casos, muertos?

Hoy, cuando Yumbo sigue recordando esa noche fatídica, el olvido no debería ser una opción. La reconstrucción de la memoria y la búsqueda de la verdad son tareas pendientes para una comunidad que, a pesar de los años, sigue cargando con las secuelas de un conflicto que, en su momento, dividió a la sociedad y sembró el miedo y la desconfianza. — el Colombiano–

Emisora Fusaonline